Con este subtitulo rimbombante, "El Cazador de la muerte II", nos encontramos ante la segunda parte de una serie Z de espada y brujería producida por Roger Corman allá en las tierras australes. Con la participación de un especialista en este tipo de engendros, Jim Wynorski, se nos ofrece un espectáculo de tetas, culos, espada y brujería, dentro de un género, digamos, adulto, sobre bárbaros a la usanza de Conan y su universo hyborio.

Sin embargo, es una segunda parte rara. Cambian tanto al actor principal como a su carácter, así en la primera Deathstalker, era un amoral asesino sin ética ni escrúpulos, y que no hacía chistecitos; todo lo contrario en esta segunda película, donde encarna a un ladrón con cierta ética a l hora de proteger damiselas indefensas y hace chistes en las situaciones incluso más delicadas... ¿es el mismo personaje? . Tampoco lo ambientan en la misma indeterminada época; así en la primera se podría asimilar al mundo de Conan, pero en esta segunda, con citas a Atila y otros personajes históricos, parecería situarse en una edad media-rara.

Luego están los homenajes innecesarios y los ooparts: así el héroe combate en un "ring" con la música de Rocky, o bien pasan la noche en un camposanto lleno de cruces ...Inenarrable.

Además repiten numerosas escenas de la primera película, en especial la pelea en la orgia de los luchadores y fulanas, repitiendo incluso al luchador con aspecto de cerdo. No había dinero para extras.

Respecto al guión, se hace poco pesado, por cuanto las bromas y la química entre ambos personajes lo hace un film entretenido, teniendo el villano brujo incluso un carisma del que carecía el de la primera entrega.

Las coreografías de acción, en especial el duelo con el brujo, están sorprendentemente bien diseñadas, lo cual es de agradecer.

En fin, un subproducto Z solo apto para aficionados al cine cutre de bárbaros, a los que entretendrá, aunque no tiene nada que ver con la primera entrega.