Efectos especiales con maquetas más propios de las películas de serie Z de los años cincuenta. Vestuarios a medio camino entre los del Ballet de Aplauso, los de los programas de Lazarov, la serie del Doctor Who de los años setenta y los diseños de Agatha Ruíz de la Prada. Espeluznante música que emplean sintetizadores y sitars al alimón en parodias inintencionadas de combates. Pantallas de ordenador con grafismos propios de los primeros juegos del Game Boy. Actores venidos a menos (¿tenías deudas, Oliver Tobías?). Un desnudo lamentable y gratuito propio de las películas españolas del destape. Un guión con lejanas reminiscencias con Dune y Krull, entre fantasía y ciencia-ficción con toques mágicos. Interiores en fábricas con luces de puti-club. Decorados de carton-piedra. Personajes que desaparecen sin explicación del filme. Personajes femeninos ridículos, dentro de un concepto machista y caduco. Un título ridículo e inexplicable para entroncar este filme con la ciencia-ficción.
Lamentable filme. Y eso que tenía más medios que cualquier filme de Albert Pyun. Pero para la serie Z se ha de valer.
Última película de un gran director español, que dirigió la clásica "Atraco a las tres" o series como "El jardín de Venus". No merecía su magnífica carrera este deslucido broche.