Curioso filme. Un asesinato en un barco que va a partir en busca de un tesoro legendario y que jamás zarpará. La presentación, con el mapa, es, por tanto, un gran fake. De la isla, no la oleremos. A cambio tenemos un intenso filme de detectives, en un puerto, de noche, con niebla, con una bodega lóbregas, con numerosos sospechosos- quizás demasiados - muy peculiares, entrando y saliendo de la escena, con el hijo nº 2 de Chan adoptando un rol demasiado cómico - con sus torpezas una y otra vez - y con un Sidney Toler que domina el personaje de Chan al dedillo y que, parece ser, deja de marearnos con sus proverbios orientales, aunque alguno va cayendo.

Hay que reconocer que los guiones son cada vez más inverosímiles y que parecen alargarlos de manera artificial, añadiendo subtramas para despistar, pero que resultan cansinas. Con todo, un buen trabajo actoral y una excelente ambientación permite seguir el filme con interés.