Vaya porquería de líder es Sangraal. Machista del tipo protector y un inútil integral. Arrastra a los supervivientes de su pueblo a otra tierra, haciendo caso omiso de las advertencias que jalonan su camino. Y por su culpa, morirán masacrados tanto su gente como las del pueblo que les acoge. Varias veces salvado por la casualidad y por su amigo oriental, el chistoso de los proverbios, se enfrentará a hombres-reptiles y a hombres-mono que casi le comen la tostada, así como los secuaces del villano.

Y lo del villano tiene gracia. Aquí a la película se le llamó "La espada salvaje de Krotar" por similitud fonética al comic Marvel "La espada salvaje de Conan". Krotar, sin embargo, es un villano que sale los primeros cinco minutos y ya está. Y aunque el título original hace referencia a espadas y bárbaros, aquí la espada pinta muy poco, más bien nada. Aquí el arma secreta es una ballesta que saca de un cofre que es más pequeño, que ni el Mago Pop.

Bonitos paisajes kársticos. Veremos unos valles y lapiaces muy aparentes, además de cuevas y cascadas. Por lo demás una gran pobreza en medios. El director intenta, en ocasiones, composiciones artísticas, aunque en general todo es muy básico y primario, con unos combates patéticos, propios de los peplums. Destaca una banda sonora a imitación de la de Conan (Basil Poledouris), con sus temas épicos, coros y demás.

En fin, película italiana muy pobre, de esas de los videoclubs de los 80. Una imitación de tantas de las de "Conan".