Sabía de la influencia de los filmes de Santo en la cultura occidental, en su pensamiento filosófico y en su desarrollo ético y moral. Pero no ha sido hasta que he visto este filme que he comprendido como Santo ha influido en el pensamiento feminista de los siglos XX y XXI. Sin duda, los pensadores de nuestro Ministerio de Igualdad tienen a los filmes de Santo como referencia cinematográfica indiscutible. Quizás no le ha dado tiempo a incluirlos como materia obligatoria en la educación primaria y secundaria, al igual que los comics de Ms. Marvel, pero no sería de extrañar que en los próximos años sean materia troncal.

Y es que Santo se enfrenta a la execrable lacra de la violencia machista, en forma de un tiparraco que acosa a las mujeres y a las que no le hacen caso, las secuestra y las deja encadenadas hasta que mueren. "Sino eres para mí, no serás para nadie" grita. Este villano lleva un hacha diabólica con la que trata de matar a Santo, el único que se puede enfrentar a él a través de los siglos, porque el villano está maldito y es inmortal a menos que Santo le arranque la máscara.

El malo matará a varias personas, entre ellas varias amadas del héroe, pero Santo ni se inmuta, viendo los cadáveres a sus pies como si fuesen una alfombra. Lo suyo no era la actuación. Hay cosas graciosas, como descubrir que Santo duerme con máscara y capa ¿se duchará igual?. La tecnología mexicana de vanguardia es también remarcable, ese casco para viajar al pasado con una bombilla es del Profesor Bacterio. También descubriremos el origen mágico de Santo: su traje tiene poderes y le fue entregado por Shazam, ¡Huy, me he confundido! fue entregado por Abraca, el mago del que viene la palabra ¡Abracadabra! y que es igualito que Shazam aunque no vive bajo el metro sino en una cueva de cartón-piedra del malo.

En fin, otro glorioso filme de nuestro luchador mexicano favorito, una mezcla de terrorcillo más europeo que Hollywoodiense, una serie Z entrañable.