Obra maestra del cine de animación. Y punto. Porque no sólo da lo que promete sino que lo honra, ofreciendo sorpresas llamativas por su argumento. Es la mejor película de animación con Batman como cabeza de cartel, pero él es (muy justamente) un secundario de honor. Aquí los reyes son los miembros del escuadrón suicida. Y ya les gustaría a su versión en carne y hueso del 2016 siquiera parecerse un poco a esta joya de la diversión y el buen hacer. Un triunfo magistral e inesperado.