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Voto de puntoyalarte:
7
Drama Berlín, 1936. Sorowitsch (Karl Markovics), el rey de los falsificadores de moneda, es un judío sin escrúpulos que cree que "la manera más rápida de ganar dinero es fabricar dinero" y no le preocupa en absoluto lo que está sucediendo a su alrededor, ni siquiera la situación de los judíos. Sin embargo, cuando estalla la guerra, es arrestado y llevado a un campo de concentración nazi, donde se ve obligado a trabajar con otros ... [+]
28 de octubre de 2008
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es increible la cantidad de historias, sabidas y no sabidas, que se han contado y quedan por contar sobre el Holocausto judío. Con todas y cada una de las historias reales de los que vivieron ese drama, de los muertos y de los supervivientes, de los torturadores, de los traidores, de los héroes, de los que lo vivieron a distancia y de los que se implicaron… puede hacerse una película y el tema es inagotable. Esto es así hasta el punto de que el cine histórico centrado en esa época, el cine de nazis, puede considerarse ya un género en si mismo.

Los falsificadores es una historia más de este género: interesante (por nueva y original) y bien contada, que es lo que nos interesa. La película narra la historia real de Salomon Sorowitsch, famoso falsificador judío que es internado en un campo de concentración para dirigir la que hasta ahora ha sido la mayor estafa de la historia: la falsificación de libras y dólares por parte de los alemanes para tratar con ello de hundir la economía de los aliados.

Nunca hasta ahora nos habían contado este episodio de la guerra, la llamada Operación Bernhard. Su director, Stefan Ruzowitzky, nos la cuenta y nos la cuenta bien: no hay recreación en el drama ni tópicos, no hay simplismo ni conclusiones fáciles. El gran hallazgo de la película es el personaje protagonista interpretado de forma brillante por Karl Markovics. Rodeado de otros personajes de rasgos más reconocibles, Sorowitsch no es el idealista ni el héroe sino un personaje extremadamente real y complejo, el que ante los distintos dilemas morales que se van planteando a lo largo de la película elige hacer el bien pero no de una forma transparente y osada sino en silencio, con cuidado, disfrutando de sus privilegios como preso “de lujo”, intentando dejar de lado lo que pasa al otro lado del muro que los aísla de los condenados, intentando salvar el pellejo en vez de salvar el mundo, con la conciencia bien clara pero escondida detrás del practicismo, pero no por cobardía o vileza sino por puro instinto de supervivencia.

La película, en digna pugna con Persépolis, obtuvo el Oscar a la mejor película en habla no inglesa en 2007.
puntoyalarte
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