LA CASA DE LOS ESPIRITUS, USA 1993. Un afamado director y un gran elenco de afamados actores internacionales rinden homenaje y a la vez le hacen un flaco favor a la escritora chilena avecindada en USA, Isabel Allende a quien creen hija del ex presidente Allende .
Esta pobre versión cinematográfica de la primera novela de la escritora chilena nacida el año 1942 en Lima Perú, nos lleva a Chile de comienzos del siglo XX, y de la mano del patriarca de la familia Trueba, se recorren cincuenta años de una sociedad chilena sin gusto a nada, para aterrizarnos en Septiembre de 1973, cuando un pronunciamiento militar depuso al presidente Allende.
En primer lugar en esta película se muestra a Chile diferente, con paisaje y arquitectura muy distinta a la que conocemos, incluso con gente en nada semejante a nuestros conciudadanos, con un ejército y policía de pacotilla, sucios, mal educados y melenudos, que más se asemeja a la de una nación bananera, lo que deja en manifiesto el poco conocimiento del país que tuvo el director, guionista y productores de la cinta, que me imagino realizaron esta película más bien por una obligación impuesta que por mostrarnos una verdadera obra de arte.
No puede dejarse de lado ese recurso que tan buenos dividendos da entre la gente de escaso nivel intelectual: mostrar al acomodado, rico como se le llama despectivamente, cruel, tirano y altanero, y al pobre de una nobleza y bondad tan grande, que llegan a ser babosos.
No podía faltar el siempre útil romance entre el pobre obrero y la hija del patrón que provoca la ira esquizofrénica del jefe de la familia, ante su sola presencia todos, de capitán a paje, tiemblan como hojas agitadas por un ventarrón.
En toda obra de real “calidad” no puede estar ausente la prostituta, esa noble y abnegada mujer pero de poder ilimitado, a quien recurre “el patrón” cuando ve que todo se le derrumba.
Hay un recurso que desde hace ya cuarenta años ha estado dando muy buenos dividendos monetarios, la figura del ex presidente Pinochet. Pero en esta cinta, es realmente ridículo y para la risa, la alegoría que se nos quiere mostrar en la escena del cementerio cuando se nos presenta a Esteban Trueba personificado como una de las típicas fotografías del general Pinochet, ordenando por guiños a los militares presentes en el sepelio, “que comience la función”.
Y finalmente, para que esta obra sea completa y guste a las masas, no faltan las escenas de sexo violento, solapado lesbianismo e insipientes dosis de pedofilia.
Es censurable que la escritora, señora Allende, aun con vida, haya aceptado una aberración tan grande. Haya permitido que se muestre a su propio país tan diferente a como es en realidad. Es comprensible que guarde cierto rencor y añore las empanadas y el vino tinto, por vivir en un auto exilio dorado como muchos chilenos, pero eso no la faculta para que de la mano de extranjeros denigre de una forma tan vil y soez a nuestra patria.