Cada vez que veo una película de episodios siento un irrefrenable impulso de escribir sobre ello, no contentándome solo con una simple puntuación. Será porque la norma en este tipo de películas es la irregularidad de sus episodios, y no me deja la conciencia tranquila simplemente adjudicarle un número del 1 al 10.

El prólogo (y epílogo) son correctos y adecuados para lo que acontece en la película. El primer episodio es el segundo más flojo, aunque famoso por suponer el fallecimiento de Vic Morrow en un brutal accidente. El segundo es el peor con diferencia, demasiado “Disney” o “telemierda” de fin de semana por la tarde, y encima de Spielberg. El tercer episodio es bastante interesante, con ese niño omnipotente que crea un mundo de dibujos animados dictatorial a su familia, magníficamente parodiado en un especial de Halloween de “Los Simpson”.

Y por fin llegamos al clímax de la película. Por alguna razón, el mejor episodio de las películas episódicas suele ser el último, por estadística. En este caso no es una excepción. Es un remake del capítulo de la serie original “Pesadilla a 20.000 pies” protagonizado por William Shatner. Aquí el protagonista pasa a ser el mejor John Lithgow que recuerdo haber visto. Episodio claustrofóbico, tenso, intrigante, emocionante, en gran parte agradecido a la magnífica labor de Lithgow interpretando al histérico pasajero del avión John Valentine, que se enfrenta al horror de ver a una monstruosa criatura desvalijando los motores del avión en pleno vuelo, ante las negaciones de todos los presentes. Y de nuevo, dicho sea de paso, sobresaliente parodia de este episodio en “Los Simpson” (como no).