Es un placer disfrutar de películas que tratan las relaciones de manera honesta y directa.
Me ha sorprendido gratamente que en el año 62 se rodara una película con diálogos tan "explícitos" sin rodeos, de una manera natural porque lamentablemente no es lo normal, incluso en la actualidad en una gran cantidad de películas la sombra de la autocensura y del conservadurismo sobrevuela en el cine americano.
Da gusto disfrutar de unos diálogos rápidos, afilados, con chispa, en bocas de unos actores que llenan la pantalla (lo siento pero creo que estoy enamorado de Shirley MacLaine y no soy objetivo) con su sola presencia.
Especial atención a los encuadres porque hay un juego muy interesante de contrapicados y Wise juega también con dos decorados en uno de manera muy elegante.
Merece la pena escuchar como los personajes analizan su relación con tanta sagacidad algo que en la vida real es verdaderamente complicado pues solo con distancia (tanto temporal como física) se puede ser, más o menos, objetivo y poder llegar a discernir el bosque que ocultan los árboles.