Basada en una novela de Roseann Quinn, militante del movimiento pro liberación sexual de las mujeres en los 70, que utilizo un hecho real ocurrido por el asesinato de Roseann Quinn (interpretada por Diane Keaton). No son pocos los puntos en común del film con Taxi Driver, ni el personaje de Theresa Dunn con el de Travis Blicke, finalmente ambos son víctimas del fraude de la corrupta e hipócrita sociedad americana, con una idealización de las libertades, que por desgracia no se correspondía con la realidad, y por toda la depresión y mentiras post Vietnam.

Sórdida historia que transcurre en New Jersey y el Bronx, sobre una mujer que acaba compaginando una compleja doble vida: comprometida profesora de niños con problemas de audición por el día, y frecuentadora de clubs nocturnos por la noche, que acaba adentrándose poco a poco en una vertiginosa espiral con conductas adictivas; drogas, sexo y relaciones ocasionales, lo que la relaciona con tipos conflictivos, marginales y hasta delincuentes. Muy minuciosa narración sobre la progresiva degradación (quizá en algún momento, no excesivamente fluida), el por qué Theresa se adentra en esa conducta autodestructiva, con antecedentes en un contexto familiar represivo y deprimente, con la humillación a la que es sometida durante su primera relación con un profesor al que idealizaba y con el contexto del fracaso de la revolución social, sexual y política de los 70. Mientra Travis, asqueado por todo el submundo decadente y mugriento que le rodea, fruto de su propia paranoia, toma la decisión de enfrentarse y acabar con él utilizando la misma violencia que le repugna, Theresa decide formar parte de ese mundo como única válvula de escape a la soledad y al rechazo que sufre, siendo cruelmente devorada.

El sacrificio final de Theresa, asesinada en uno de sus encuentros por un inquietante Tom Berenger, simboliza el fracaso de toda una generación, víctima de unas libertades que no eran ciertas (en el momento en el que se descubre su vida nocturna, es despedida del trabajo, sin considerar su eficacia y profesionalidad), el mismo desencanto y desolación que se nos cuenta en "Shampoo" (Ashby), "El regreso" (Ashby) o "Nashville" (Altman).

Magnífica la fotografía nocturna de William A. Fraker, los garitos y clubes, los neones y el soundtrack de final de década a cargo de Artie Kane, cargado de hits del momento. Y realmente notable Diane Keaton, que hace un magnífico trabajo (en una escena está leyendo the Godfather de Mario Puzzo; el personaje de Richard Gere, le pregunta por el libro y ella contesta que no está mal...)