Rodada en blanco y negro con apariencia envejecida (color grisaceo y con rayas en medio de la pantalla). Los diálogos son en catalán (cómo no... de lo contrario la Generalitat no paga...) subtitulado, pero para las 20 o 30 frases que tiene no es necesario casi ni entender la llengua.

El personaje, cuya historia bien podría haberse rodado en un corto bastante digno, vive en el número 13 de un barrio de las afueras de Barcelona (de lo más cutre). Trabaja de vigilante en una chatarrería y escucha siempre en la radio un programa sobre el espacio y el universo... (pobre Wall-E por las semejanzas que pudiera alguien asociar)
Los planos se mantienen laaaaargos en las escenas, sin hablar, sin apenas ruido, sin movimiento... eso sí, de repente ponen un plano del prota haciendo footing con los casos conheavy a todo volumen, o te meten un primer plano del tren de cercanías por la vía a todo meter y pitando, que te hace botar en la butaca, tanto si el sopor te ha vencido como si no.

Las escenas tienen lugar en siete únicos lugares y se van repitiendo continuamente: garita del vigilante, la campa de la chatarrería, viaje en tren de cercanías al trabajo, visita al médico (sufre migrañas), visita a la abogada, casa en el número 13, con padre estilo padre de Torrente y hermano minusválido psíquico, tienda de 24h donde compra sandwich y coca cola... y vuelta a empezar con el primer escenario...

Un despropósito. La gente sale del cine desencantada... o desperezándose de la siesta (interrumpida por los sobresaltos del tren).

Menudo bodrio de película: podría ser un corto, pero la Generalitat subvenciona por metraje, así que... Resultado: por favor, devuélvanme el precio de la entrada y, sobre todo, de los impuestos que han servido para financiar tan soberbia tomadura de pelo!!

Quina vergonya que el cinema català tingui una representaciò com aquesta dins el Festival de Malaga. Si us plau: coses com aquesta millor tancarles amb clau desprès de cobrar la subvenciò i abans de presentarla a cualsevol concurs!!!!