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España España · Miranda de Ebro
Voto de Cocalisa:
9
Comedia. Drama Un pequeño pueblo de Australia se revoluciona al ser el encargado de que su telescopio retransmita la llegada del hombre a la Luna. (FILMAFFINITY)
21 de julio de 2007
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Historia de la Humanidad -la Historia con mayúscula- la escriben los Faraones. O Julio César, o Napoleón, depende. Lo recordaba, con notable eficacia didáctica, Brecht en su poema a los constructores de civilizaciones. Sólo que -como reivindican los defensores de la microhistoria, las personas “de a pie” que defienden la aportación de sus semejantes al avance de las sociedades- la aventura humana es infinitamente más rica y compleja que la reducción a la que nos tienen acostumbrados sus relatores. Faraones, sí, ordenando levantar pirámides; pero, ¿quien daba el agua a los camellos que arrastraron las moles de piedra?.
Esta es, entre otras, una de las sugerencias de esta magnífica, deliciosa producción australiana, dirigida en 2.000 por Rob Sitch con el título original de “The Dish”. “La Luna en directo” -narración de un aspecto desconocido de la llegada del hombre a la superficie lunar, en julio de 1969, a bordo del Apolo XI- conecta, en este sentido, con la tradición del teatro clásico español, en el que una subtrama de personajes secundarios ofrece el contrapunto a las andanzas de las “primeras figuras”, mostrándolas desde una perspectiva más inmediata al espectador, a menudo más matizada y “radicalmente humana”.
Así, el film nos describe el papel que determinadas circunstancias iban a reservar a una minúscula población australiana, Parks, en la difusión de aquel logro tecnológico y sociopolítico de magnitud global a cientos de millones de boquiabiertos espectadores. De paso, y con la aparente sencillez que caracteriza buena parte del mejor cine de nuestras antípodas, nos habla de las limitaciones, sueños, deseos, voluntad de superación y ambiciones de sus lugareños, a quienes se encargaba una misión que, conforme a todas las apariencias, parecía venirles extremadamente grande.
El enorme acierto de Sitch consiste en haber sabido acercarse con todo el humor, y el amor, del mundo a esos personajes agobiados por una responsabilidad entreverada con un mal disimulado orgullo localista. Como resultado, una de las más divertidas y entrañables comedias de los últimos años, subrayada por la acertadísima actuación de sus intérpretes, impagables en sus matices. Toda una fiesta.
Cocalisa
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