Es descorazonador viciarse con una serie, ver 5 episodios de un tirón, pasarlo mal con las desventuras de los personajes, odiar al malo... para que luego te vengan a joder con un último episodio repleto de golpes de efecto "inesperados" que no son más que una burdísima excusa para rellenar una más que improbable segunda temporada. Un último episodio que pretende estirar el chicle hasta el infinito y más allá pasándose por el forro los cojones la lógica, la coherencia o el más mínimo sentido del ridículo y/o el respeto por el espectador. Es irónico que la serie exponga las mentiras y falsedades de unos políticos para los que el fin justifica los medios haciendo exactamente lo mismo que parece presentar.
Después del episodio 12 me dan igual las actuaciones, los personajes, las intrigas y misterios seguidos con creciente interés a lo largo de los 11 episodios anteriores y me quedo con la sensación de que me han tomado el pelo... De todas formas, me resarce el saber que pese a los esfuerzos ímprobos de los guionistas por dotar de contenido una futura continuación, el secreto de Adam muere aquí.