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España España · Córdoba
Voto de Talía666:
4
Drama. Romance Will (Jude Law) y su amigo Sandy (Martin Freeman) dirigen en Londres una floreciente empresa de paisajismo que acaba de mudarse a King’s Cross, el más ambicioso centro de renovación urbana europea. La empresa sufre reiterados robos por parte de una banda de ladrones. Harto de esta situación, Will persigue a uno de ellos hasta el apartamento que comparte con su madre Amira (Juliette Binoche), una refugiada bosnia. Will vive con su novia ... [+]
5 de noviembre de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es una de esas películas que dan un montón de rabia, porque la verdad es que la historia iba bien, me estaba gustando, incluso a ratos me estaba conmoviendo, pero llega el final y me quedo con la boca abierta, la mandíbula colgando, los ojos desorbitados y, en definitiva, esa cara de gilipollas que se nos suele poner a los espectadores cuando un director nos toma el pelo con descaro y desvergüenza torera.

Eso es exactamente lo que hace Anthony Minghella sin el menor reparo. Empieza contándonos una historia chula, triangular, de ésas que molan, encima con un elenco de cagarse: un Jude Law para comérselo y no dejar cacho, una Robin Wright sobria, fina y segura como es ella de por sí, y una Juliette Binoche que, dentro de su tendencia habitual al histrionismo, está contenida y todo.

Law y Wright son una pareja en crisis, con motivos más que sobrados porque tienen que bregar a diario con una especie de Asperger personificado en la hija de Wright, ambos con distintas formas de enfrentarse al problema y con las consiguientes desavenencias conyugales. Por el otro lado está Binoche, que hace de inmigrante bosnia con un hijo adolescente que es casi inevitable carne de presidio. Y claro, se monta una historia a tres bandas compleja, interesante, poco habitual, a ratos extraña pero creíble.

Y, como digo, la cosa va bien hasta que llega el desenlace y a Minghella le da el baile de San Vito, y como su propio nombre indica, le sale de la minga poner a sus personajes a hacer auténticas gilipolleces, sin motivación aparente. Hay por ahí una especie de juicio completamente kafkiano, pretendidamente catártico, cuya explicación es imposible. Por qué, a qué viene, a quién se le ha ocurrido semejante majadería. Si el problema tenía fácil solución sin esa absurda escena. Y entonces te cagas en Minghella, en toda su nación, en las dos horas de película que te has tragado y hasta en todo lo que has babeado mirando a Jude Law. Y dices: "Anda y que les zurzan".
Talía666
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