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España España · Córdoba
Voto de Talía666:
1
Thriller. Drama Eva, una juez íntegra y rigurosa, se enfrenta al proceso judicial más importante de su carrera: el asesinato de una joven de Europa del Este, en el que está implicado un poderoso empresario. La presencia de un irresistible testigo, gigoló de profesión y amigo de la víctima, la sitúa frente a un espinoso dilema: resistirse o dejarse seducir, traspasando los límites de la ley. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2013
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Os cuento el principio de la película y tal vez podáis comprender por qué sólo pude soportar la primera media hora.

Para ello os pido que os pongáis en situación, hagáis un ejercicio de abstracción y os imaginéis lo siguiente:

Una juez muy guapa (Leonor Watling) se ve envuelta en un caso de asesinato. Una noche de lluvia aparece en su casa un chulazo todo mojadito (Miguel Ángel Silvestre, el Duque) que se presenta como prostituto, se ofrece a hacerle un trabajito y a continuación le dice tal que así:

"Toma mi tarjeta, y si quieres hacer justicia de verdad en el caso X llámame".

"Oye, oye, qué has querido decir con eso", pregunta ella.

"Llámame y lo sabrás".

Ahí de momento termina la cosa. Pero claro, la juez, como el caso no avanza y se ha quedado un poco pillada con el chulazo, termina buscándolo. Y ahí es ya donde los diálogos son de auténtica traca:

"Necesito que me digas lo que sabes"

"Si quieres que te lo cuente me tienes que invitar a cenar a tu casa"

"Oye, yo no te voy a invitar a mi casa a cenar. Tienes que someterte a un careo con el acusado"

"Pues sin cena no cuento nada, ea. Y además voy al careo si durante la cena no hablamos del caso y hablamos sólo de las cosas que hablan un hombre y una mujer"

"Bueeeeeeeeno, vaaaaaaale"

Y hasta aquí pude llegar. O sea, no sé si me entendéis. Imaginad a la juez Alaya, que es también muy mona y estilosa, diciéndole al interventor del caso de los ERE: "tiene usted que testificar", y al interventor contestando: "Ni pensarlo, no testifico a no ser que me invites a tu casa a cenar y que no hablemos del caso. Que sólo hablemos de lo que hablan un hombre y una mujer". Pues claro, de repente me entraron las siete cosas, pero para concretar:

Muchíiiiiiiiisima vergüenza ajena. Me puse supercolorada, plan amapola y tal.

Muchíiiiiiiiiiiisima incredulidad. Porque Mariano Barroso no puede haber escrito esto.

Muchíiiiiiiiiiiisimo horror. Cómo pueden llegar estos diálogos hasta una pantalla de cine.

Sí, ya sé que podía haberme dado por descojonarme y haberla visto hasta el final partiéndome el culo de la risa, pero qué queréis, a una le pilla el cuerpo como le pilla, y a mí me pilló retorcía, porque ni siquiera fui capaz de seguir para verle el culo a Silvestre, que me imagino que era lo que venía en la escena siguiente. Pero ni por ésas. Simplemente dije HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO y me pasé a Intereconomía. Uffffff, qué alivio.
Talía666
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