He de reconocer que Borat me sorprendió mucho. A lo mejor demasiado.
Esperaba algo con poco gusto, y sin embargo encontré en ese falso documental una crítica subyacente cargada de acidez y humor crítico con momentos brillantes y situaciones hilarantes.

Borat puso en tela de juicio la doble moral americana y cargo de sorna y guasa una comedia que en principio pintaba muy mal. Expectativas nulas, resultados sorprendentes.

Con el mismo estilo Sacha Baron Cohen vuelve a la carga con Brüno. Utilizando el estilo de unir ficción y documental intenta levantar los tabúes de la moda, las listas in and out y la homosexualidad. Incluso pica con el conflicto Palestino.

El problema es que la cosa no termina de funcionar tan bien como lo hizo con Borat. A lo mejor es que ya no nos pilla de sorpresa y queremos reírnos más, criticar el doble y pasarlo bomba.

El resultado final es una comedia que funciona a trompicones, con momentos buenos, algunos brillantes y mucho olvidable en medio. Juega las mismas cartas de Borat, pero ya no nos sorprende la partida y mucho del relleno de la cinta termina siendo únicamente eso, relleno forzado.

Los personajes no terminan de ser creíbles y a pesar de la originalidad y el buen humor, el experimento no termina por cuajar.

Brüno no es una mala película, pero tampoco termina por ser brillante. Está ahí, que no es poco.