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España España · Las Palmas
Voto de senza c:
9
Cada ver es...
1981 España
Documental, Intervenciones de: Juan Espada del Coso
6,8
210
Documental Enfocada a modo de documental vanguardista, "Cada ver es...", describe el quehacer diario de una persona, Juan Espada del Coso. Su oficio: tratar con cadáveres. (FILMAFFINITY)
16 de abril de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es de esas que te llaman la atención sin haberla visto y sin tener apenas información. Dirigida por Ángel García del Val, un director atípico que juega con temas no muy agradables, que le intenta sacar al espectador algo más que unos minutos a oscuras, tuvo problemas de distribución bajo los gobiernos de UCD y PSOE, llegándola a clasificar de “S” (soft core), una categoría usada para las películas eróticas y de baja estofa. Con esta decisión quedó relegada a una exhibición marginal y, por tanto, al olvido. Esta en el límite entre el documental y el experimental, lo que explica el incomprensión de la administración sobre las distintas formas de narración y género.
En el inicio vemos imágenes de gente enferma, locos, drogadictos…, alternándolas con escenas de la labor del protagonista de “nombre torero”, Juan Espada del Coso, embalsamador del depósito de cadáveres de la Facultad de Medicina de Valencia; abre una trampilla e iza con a una cadena los primeros cuerpos chorreando formol. La alternancia entre estas imágenes relaciona a esos muertos casi olvidados y a los parias del principio, mostrando la fina semejanza entre ellos; todos con expresiones grotescas; todos con el mismo final. Juan, acostumbrado a su trabajo, habla de su relación con unos cadáveres asexuados, “yo hago las cosas sin ver”, a los que, evidentemente, trata como mercancía, pero al mismo tiempo los humaniza al pedirles perdón cuando por cualquier circunstancia les pisa “porque no se lo puedo pedir al alma”.
Juan Espada es un hombre sin miedo, “¿por qué me ha de dar miedo un cadáver humano y no solo asco como con un perro muerto?”; con un pasado marcado por el horror de la guerra, donde ya se encargaba de los cadáveres por su falta de olfato; un pasado de vencido, abocado a un futuro incierto, a trabajos oscuros y a la soledad. Considera la muerte como una “parte bonita de la vida” y a la que dice no temer. Es una persona extraña incluso para los que tiene a diario a su lado (estudiantes y profesores, aparte de los cadáveres); se contradice en ocasiones quizá contagiado por el enrarecido ambiente de su oficina. Aunque para ser justos con él también se enfrasca en numerosas anécdotas cargadas de humor negro con las que no se puede evitar la sonrisa, aun cuando troncha extremidades y corta cabezas por la mitad, el director no nos ahorra los detalles.
La factura de la imagen es bastante sucia, posiblemente por el estado de conservación del celuloide, no obstante, parece ajustarse al tono de la película. La banda sonora y la utilización del sonido tiene una importancia fundamental, la música fluctúa entre los sonidos experimentales y triunfalistas temas clásicos, por ejemplo en escenas donde se trocean cadáveres, encontrándonos con escenas bellas y tiernas, aunque cueste creerlo, como aquella en la que le limpia la cara al cuerpo de un bebé recién nacido.
Una película singular, enemiga de la indiferencia; película maldita, una joya del cine de este país.
senza c
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