En la serie "Heroes" (2006-2010), su showrunner Tim Kring planteaba un mundo en el que varios humanos no sólo fueran excepcionales sino que contaran con ciertos dones que podían hacerles marcar la diferencia. Mucho antes, Stan Lee y Jack Kirby dieron luz a una de las sagas más representativas de la historia del cómic, "X-Men", en la que mutantes con poderes especiales convivían con los humanos. En los dos casos previamente citados se hablaba de diferencias, aportando ciertos matices sociales que, si bien no siempre del a mejor forma posible, trataban de abordar esta dicotomía. No hay superpoderes en "Mon âme par toi guérie", la nueva película de François Dupeyron ("El señor Ibrahim y las flores del Corán"), pero sí un hombre con un don: el de curar a la gente. El cómo lo obtuvo responde a una herencia familiar (1), y cómo decide usarlo tras años de rechazo responde a cierto accidente en el que se ve involucrado (2).

Los puntos (1) y (2) no pasan de la anécdota en una película completamente amorfa, en la Dupeyron se limita a bocetar la vida de su protagonista sin que realmente consiga importarnos ninguno de sus problemas. Los interrogantes que se abren son aún más numerosos porque pareciera que, en el fondo, aquí todo tratase de la aceptación de uno mismo a través de la salvación de la persona ajena. Considerando que el guión es totalmente errático cabría preguntarse si había, en realidad, alguna intención más allá del enlace de secuencias íntimas que nunca se sienten como tales, sino como recuerdos ajenos empapados de música indie -terriblemente integrada, de forma amateur- y una fotografía que pareciera patrocinada por Instagram. Qué decir de aquellos planos en los que el protagonista aparece con el sol bañando su rostro, casi como si la metáfora de "tocado por la luz" o algo así no fuera suficientemente obvia y hubiera que reincidir en su estatus de santo, o algo así.

"Mon âme par toi guérie" es una película espantosa, que además ya se hizo en España y -sólo ligeramente- mejor, bajo el título de "Estigmas" (Adán Aliaga, 2009). Ya hemos visto a un hombre tosco intentar aprender a controlar algo especial en su interior, y si bien la interpretación de Grégory Gadebois no es tan floja como la de Manuel Martínez en aquel film, poco más puede salvarse de una película como la presente. De tan infecta, probablemente ganará algún premio en el Festival de San Sebastián. El de "mejor fotografía", para hacer las cosas aún más divertidas.