Encontrar historias adultas dentro del cine de animación es complicado. Parece que los grandes estudios están obsesionados con repetir el manido esquema de los animales parlanchines y los japoneses que lanzan bolas de energía; así, tenemos que refugiarnos sí o sí en pequeños estudios como Ghibli o Pixar, o irnos a directores como Satoshi Kon, para encontrar obras que ofrezcan una lectura y no sólo gags encadenados que, en general, no tienen demasiada gracia.

Princess puede presumir de estar en el grupo de las películas adultas, un filme danés de Anders Morgenthaler y que mezcla sabiamente la animación con algunas escenas de acción real. Es una cinta única, realmente extrema, que nos narra la historia de un cura que decide dejar su vida atrás para cuidar a su sobrina de cinco años, una niña huérfana tras la muerte des u madre, una actriz porno conocida como "La Princesa". La cría ha vivido sus primeros cinco años de vida en un burdel, por lo que todo lo relacionado con ese mundo lo acepta como natural, como una forma de vida. Y su tío, ahora tutor, decide vengarse de quienes han convertido en esto a su pequeña protegida y de los que llevaron a su hermana a la autodestrucción.

El pulso narrativo es envidiable y posee un ritmo endiablado, nunca aburre, se pasa volando -y dura poquito, apenas hora y cuarto-. En este sentido la obra es perfecta, una auténtica gozada. Luego está la descripción de los personajes, donde sólo podemos destacar los tres protagonistas principales al ser, los demás, bastante superficiales. Son malos y van a palmarla, así que en el momento dado, no nos importan una mierda. Queremos que mueran, por cabrones, pero nada más.

Dicho esto, podría añadirse también que la cinta huye de absolutamente todos los tópicos posibles: sí, es una historia de venganzas, pero totalmente atípica, fusionando incluso elementos fantásticos con la acción más extremada y la violencia más gráfica. Es, en definitiva, una obra única que atrapa, está bien resuelta y, además, invita a la reflexión. La amarán tantos como la odiarán, pero no dejará indiferente a nadie.