"Copito de nieve, la película" se inicia con una escena en la que una mamá gorila juega con su bebé usando un sonajero. Rápidamente la cosa cambia y según se dice, "Copito es salvado y llevado a Barcelona". En el mundo real, la familia del simio fue asesinada sin justificación posible y el cazador que terminó con ella encontró a Copito, vendiéndolo para sacarse una pasta sin importarle una mierda lo que fuese a pasar con él. Que la película sobre este icónico animal iba a dulcificar la realidad era una evidencia pero que se invente otra, cuando ya en 1942 "Bambi" mostraba las cosas sin dar rodeos, es un poco lamentable.

Hay un problema de base con la animación española y en particular con algunas productoras. Como pasó con "Gisaku", "Copito de nieve" no tiene intención de ser más que publicidad extra para la ciudad de Barcelona y sacarse un dinero de los pobres padres que decidan llevar a sus hijos a ver el último bodrio de Filmax (no quedaron contentos con las dos entregas de "Pérez, el ratoncito de tus sueños"). Preestrenada a nivel mundial (...) en el Festival de Cine de Gijón, lo que le ocurre al film es que no tiene ningún tipo de ambición, es una chorrada más hecha para ganar un dinero sin molestarse demasiado. Así, su reparto es espantoso, técnicamente está muy por debajo de la media y el guión es un desastre (como ocurría en la "Alicia" de Burton, aquí se tira por lo más fácil y barato), quedando al final una película completamente deforme, insatisfactoria pero, eso sí, inofensiva. Es lo que le pasa a la industria del "género" en este país, donde se usa el medio únicamente con fines comerciales y no culturales, algo que parecía estar cambiando con obras de nivel aparecidas en los últimos años (desde la sólida "Arrugas" a "Chico y Rita", o yéndonos un poco atrás, la fantástica "Nocturna").

Así, "Copito de nieve" nos cuenta la historia de un mono albino que llega al zoo de Barcelona y al no ser aceptado por los demás gorilas, decide huir hacia un lugar en el que una bruja le ayudará a cambiar el color de su piel. Estamos en 1966 y Michael Jackson aún era negro (tenía apenas ocho años), los botellones entonces se hacían con yogurts naturales, al menos entre gorilas, y la gente con mala suerte tenía absurdos bigotes y vivía en casas construidas con naipes. Hay un intento de capturar el momento a través de la mención de referencias pero todo es tan pobre que no funciona. La música es anacrónica, pero lo peor de todo es la labor técnica: "Copito de nieve" es un desastre.

(sigue abajo, sin destripes sobre el argumento)