La momia 3, aish... qué ganas teníamos todos de que saliese, ¿verdad? Seguro que tras la segunda parte de La momia, y el spin-off de El Rey Escorpión, y la apestosa serie de animación, lo único que queríamos era ver cómo una saga que inició una película de aventuras fantástica y divertidísima, se iba hundiendo en el fango y era violada analmente por una manada de ñus. Esta tercera entrega mola la hostia, por que en lugar de momias egipcias ahora es en China, y ese país mola. Tanto, tanto, que hasta han hecho ahí los Juegos Olímpicos. ¿Se puede molar más? Lo dudo.

Rob Cohen, director cuyo apellido da lugar a errores de mal gusto, ha conseguido reunir en una película un montón de elementos interesantes y, pese a todo, desaprovecharlos hasta límites que, bajo mi punto de vista, nunca se habían dado en pantalla de forma tan evidente. Vamos a hacer un recuento de lo que tiene:

- Jet Li, un actor que siempre cae gracioso, que sabe además amoldarse a las necesidades de su papel pese a ser un carapalo.
- Michele Yeoh, lo mismo. Una buena actriz, aquí poniéndole ganas, pero de donde no hay no se puede sacar nada.
- Brendan Fraser, quien en la primera estaba inmenso, aquí da bastante penilla.
- Maria Bello está buena, pero no sabe actuar sin que la guíen de la mano. Aquí, obviamente, no lo hace.
- Anthony Wong Chau-Sang. Aquí está el límite, un actor brillante con interpretaciones asombrosas con directores como Johnnie To, aquí se vende hasta el extremo para entregar un papel lamentable.
- Yetis, dragones, momias, bailarinas de haren, Isabella Leong: Estas son algunas cosas que también tiene y desperdicia.
- Presupuesto: Tiene, y mucho, y se ve peor que una película serie B de los años 50.
- El coreógrafo de Hero: Sí, es el mismo aquí que en la película de Yimou, algo que se nota en alguna escena -la del combate a cámara lenta, las flechas tapando el cielo-. Pero Maria Bello no es Maggie Cheung, así que no cumple.

La Momia 3 tiene todo eso, y más. Tiene un reparto que ha demostrado solvencia en diferentes películas. Tiene presupuesto, tiene la capacidad de divertir, tiene hasta un dragón. Y todo, al servicio de la nada más absoluta, convirtiendo lo que podría ser un espectáculo en tedio. Un aburrimiento que no merece la pena. Una mierda de proporciones épicas que acaba de rematar una saga que empezó en lo más alto y ha ido perdiendo puntos con secuelas innecesarias. Gracias, Cohen, por tener la desfachatez de perpetrar una película que hace que 10.000 de Roland Emmerich parezca inteligente.