Hirokazu Koreeda ha estado presente por partida doble en el festival de cine de San Sebastián, por una parte con su largometraje de 2011 -que compite en sección oficial- "Kiseki (Milagro)" y por otro lado con este mediometraje realizado para la NHK, que no deja de ser un episodio de la serie temática Kaidan Horror Classics. Lo más irónico es comprobar como es aquí y no tanto en el largometraje citado donde encontramos el verdadero espíritu de su autor, mucho más cercano al lirismo de propuestas como "Maborosi", "Distance" o "After Life" que al de sus últimas producciones. Rodada con un gusto exquisito, durante unos 50 minutos se nos cuenta la historia de unos padres que tras perder a su hijo reciben una visita del que parece ser su espíritu. No es una cinta de terror ni busca crear sensación de incomodidad sino que funciona como un canto sincero sobre la unidad familiar y una forma hermosa y nada empalagosa de tratar un tema como la pérdida de un ser querido.

Su duración y su origen televisivo no deberían echar para atrás aquellos que quieran encontrarse con el Koreeda más puro ("Kiseki" no deja de ser un -estimable- trabajo de encargo) aunque por supuesto, requiere de cierta paciencia. Es una cinta tranquila, pausada, que recupera el tono de las cintas previamente citadas y deja tiempo para que sean los silencios los que definan el tono. La belleza de sus imágenes (hay varias para el recuerdo, como un sensible barrido que se hace a lo largo de la costa de un lago, mientras una neblina se desliza) puede engañar y hacer pensar que detrás no hay nada donde rascar; pero no es así. Un perfecto homenaje a las historias sobrenaturales que recoge lo mejor de producciones como "El más allá" de Kobayashi y demuestra, aunque esta vez en relación a Japón, que la televisión puede albergar bien cine si se realiza con criterio y habilidad. Merece la pena.