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Voto de Caith_Sith:
8
7,3
10.859
Animación. Drama Cuenta la historia de un viejo mago que trata de no defraudar a una niña convencida de que sus trucos de magia son reales. Segunda película del director de "Bienvenidos a Belleville", basada en un guión de Jacques Tati que nunca fue producido. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2011
29 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sylvain Chomet vuelve a la actualidad con la que probablemente será una de las mejores películas de animación que nos dejará esta década, como ya ocurriese en el pasado con la soberbia "Les triplettes de Belleville" (2003) y previamente, en los noventa, con su fantástico mediometraje "La vieille dame et les pigeons" (1997). Chomet sólo había hecho una cosa más en todo este tiempo, un segmento de la irregular pero estimable de algún modo "Paris, je t'aime" (2006) siendo su parte una de las mejores. Centrada en una pareja de mimos, sin diálogos, hacía de la imagen el único lenguaje posible. Prescindía de la palabra y funcionaba, vaya si funcionaba. Con este curriculum, Chomet lo tenía todo a favor para llevar a la pantalla un homenaje a Jacques Tati, recuperando un guión inconcluso de éste y realizando un largometraje de animación. Estrenado en Berlín el año pasado, donde recibió grandes elogios, meses más tarde se postuló como gran candidato en los principales premios del mundo en la categoría de largometraje animado (Annie, Oscars, Globos de Oro) si bien se topó con un rival demasiado fuerte (también mejor) en su camino: Toy Story 3.

Poco importa porque el truco de ilusionismo que ejecuta Chomet es magistral. No hace cobrar vida a ningún juguete pero desde luego que reafirma su talento como gran prestidigitador, uniendo su forma de hacer cine y recuperando la que hizo grande a Tati. Le rinde un precioso homenaje y no se queda en la superficie, analizando la decadencia del artista y poniendo en entredicho el verdadero sentido del espectáculo. ¿Es la magia real, o ficticia? Cada espectador puede contestar a su pregunta mientras una carta abandonada sobre una mesa anticipa ya una respuesta predefinida, pero abierta a interpretaciones. La exquisita animación de la que hace gala se crece con una bellísima partitura compuesta por el propio Chomet, y que en el último tercio del film consigue poner la carne de gallina. Poco importa que en el fondo "El ilusionista", pese a ser un trabajo estimable, valioso y bello, no sea todo aquello que pudo esperarse del director del mejor film animado europeo de la pasada década. Dicho de otra forma: ojala todas las películas (ligeramente) decepcionantes tuviesen las tablas, la candidez y la emoción de "El ilusionista".

Y es que no sólo de ilusiones se vive... también de Cine. Y Chomet, como Tati, deja un legado de cine para todo aquel que quiera descubrirlo.
Caith_Sith
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