Pese a que Walt Disney realizó su fantástica "Blancanieves y los Siete Enanitos" en 1937, Japón tardó bastante más en conseguir crear su primer largometraje de animación. Un duro trabajo que costó varios años y que involucró a miles de personas, por surrealista que suene eso a día de hoy, donde cada semana salen tropecientas series y películas del género. El caso es que "Panda y la Serpiente Mágica", como se tradujo en España, o "Hakujaden" si nos ceñimos al título original, es una obra bastante compacta y completa pese al año del que data. Y, sorprendentemente, para ser la primera, puede rivalizar sin problema con muchas producciones de las que salen actualmente del mismo país.

La historia es simplísima: Un muchacho debe deshacerse de su mascota, una serpiente, por motivos que no vienen al caso. Años más adelante, el reptil se reencarna en una bella joven (¿irá con segundas?), y buscará al joven para estar con él y bla bla. La nota de color la ponen un médium bastante alocado y un par de animalejos parlantes realmente geniales, el zorro Mimi y el Oso Panda... Panda.

Todo avanza de forma típica, introduciendo canciones en varios momentos de la historia. Esto es obviamente herencia de la Disney, único referente en el campo por aquella época pese a que otros países como la URSS ya hubiesen hecho sus pinitos. En este aspecto no hay nada nuevo bajo el sol, ni a nivel argumental ni de animación. Era cojonuda para la época, claro, de hecho a día de hoy aún es muy decente, con escenas fantásticas como todo el tramo final. Pero no deja la sensación que si consiguen joyas como "Las aventuras del Príncipe Achmed", esta última de 1926.

Sólo 10 años más tarde, dos de los que disfrutaron de Hakujaden, unos por entonces desconocidos Isao Takahata y Hayao Miyazaki, realizaron también para Toei la fantástica "Horus, Príncipe del Sol". Y todo por culpa de esta graciosa película que, si bien no acaba de ser sobresaliente, sin duda tiene un enorme mérito tanto a nivel histórico como artístico, con algunos fondos dignos de postal. Si os gusta la animación, es una curiosidad más que recomendable. Sino, francamente, sería hipócrita que os la recomendase existiendo genios como Satoshi Kon, Mamoru Oshii o Hayao Miyazaki con varias obras maestras en su currículum.