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Voto de Caith_Sith:
6
Terror El conde Drácula cambia su residencia desde los Cárpatos a occidente. Para ello se procura la ayuda del abogado Renfield que le visita para acompañarle en su mudanza como servidor. Una vez instalado, conoce a una joven, ya prometida, de quién se enamora. Comenzará a visitarla por las noches, para ir bebiendo su sangre poco a poco, y convertirla así en su esposa. Pero el malestar que sufre la joven alerta a su familia, que contacta con ... [+]
19 de noviembre de 2009
33 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se dice, se comenta, que a principios de los 30 la Universal estaba intentando atraer al público hispano. Con el sonido apenas implementado en el cine unos años antes, a los mandamases del estudio se le ocurrió una genial idea: no pensaron en rodar Drácula y doblarla a posteriori, no. Decidieron que, ya que tenían un set y unos decorados alquilados, era mejor aprovecharse y contratar a otro director y otro reparto para hacer una versión en paralelo, con la misma historia y las mismas escenas. Así nace esta marcianada dirigida por George Melford, un realizador que no tenía ni pajolera idea de castellano y, a tenor de su nula capacidad para dar órdenes a los actores, se nota.

No es tanto un problema de casting como de entendimiento lo que hace que esta Drácula, protagonizada por un hilarante Carlos Villarías, sea tan carismática. No es una película cutre, tiene valores de producción, tampoco está excesivamente mal dirigida, de hecho tiene planos potentes y, los que no lo son, plagian los de la versión de Browning. Donde destaca es en su reparto: todos exageran los gestos con una naturalidad fuera de toda duda, se creen sus papeles hasta el punto de celebrarlo con aspavientos y, aún con todo, consiguen que la historia no se resienta nunca. Entretenidísima, bien hecha y con algunas escenas que involuntariamente invitan a la carcajada, estamos ante una rareza de las gordas y además merece la pena verla.

Compensa la ausencia de momentos brillantes con una calidad bastante regular, sin tener un bajón tan pronunciado como su hermana de habla inglesa. Ambas son complementarias y todo fan del género debería verlas sin ningún tipo de duda. La de Browning por su potentísima imaginería visual en el primer tramo, y ésta... pues por todo en general. Una gozada que, eso sí, en el momento de su estreno debió pegarse una buena hostia, porque la Universal no volvió a repetir el experimento nunca más.
Caith_Sith
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