Con tres episodios emitidos hasta el momento, parece que “Falling Skies” es algo así como una reinterpretación moderna de la historia de Chicken Little, sí, esa que adaptó Disney y que a su vez era una versión rural de aquella de “que viene el lobo”. En la versión de Disney un pollo con gafas aturdía a los vecinos de su comunidad repitiendo incansablemente algo así como “el cielo se cae”. Tanto decirlo, y sin que nada pasase, llevó a la gente a desconfiar de su palabra… hasta que pasó. Pero ya era tarde, nadie le hizo caso. “Falling Skies” sufre el mismo problema con la diferencia de que aquí si que cae algo: las expectativas. El cielo sigue bien alto y por él pululan las grandes series de cadenas como la BBC o la HBO. Lamentablemente todo parece que a TNT las cosas le van a explotar en las manos antes de tiempo.

“Falling Skies” era la apuesta fuerte para este verano tras el cierre de la primera mitad del año con obras la calidad como “Juego de tronos”. Llegaba así para cubrir el hueco que dejó “Walking Dead”: serie centrada en los personajes pero desarrollada en un contexto apocalíptico, cambiando zombies por alienígenas. 120 minutos más tarde, que equivalen a la duración de los tres primeros episodios de la temporada, no se cae el cielo sino que se confirma que la producción de Spielberg iba a notarse a la hora de enfocar el producto. Convertida en una amalgama de escenas de acción poco intensas, efectos especiales normalillos tirando a cutres y momentos dramáticos de –teórica- intensidad, “Falling Skies” podría ser rebautizada como “Cómo ser un buen padre en caso de apocalípsis alienígena”, por sus numerosos momentos ñoños que rara vez funcionan y la inclusión de escenas auto-explicativas que resumen, en sí misma, una serie que ni inició fuerte ni parece estar encaminándose hacia algo mejor. Vale, sí, acaba de empezar y por eso seguiré viéndola, con la esperanza de que cuando se caiga el cielo yo pueda estar ahí y ver como estos ‘conquistadores’ espaciales se lo hacen pasar canutas a los protagonistas. Aunque en la serie sólo parece haber un personaje y ese es al que da vida un entregado Noah Wyle. Los demás no son más que fantasmas que pululan por la pantalla, con la salvedad de algún secundario (cierto expresidiario con dotes como chef) que hace que todo esto sea un poco más llevadero. Queda tiempo para ver si “Falling Skies” sigue cayendo o alza el vuelo. Veremos en qué acaba todo, pero por ahora, aunque tiene buenas ideas y conceptos, no parece saber cómo sacarles partido.