"Temblad, temblad... ¡qué miedo vais a pasar!". ¿Quién no recuerda esa entrañable frase que servía como inicio a la casposa, pero divertidísima serie "Pesadillas" basada en los libros de R.L.Stine? Pues básicamente “Aprendiz de Satanás" es un capítulo alargado de esa serie, pero tan, tan mal hecho, que casi dan ganas de invocar al puto demonio para que te clave el tridente en los ojos.

La historia nos lleva a conocer a un niño repulsivo clónico de Manolito Gafotas que es un viciado de los videojuegos desde que su padre le compró una consola rancia en la tienda de los chinos. El juego va sobre ser el ayudante del demonio y tal, arrancar vísceras a la gente, matar niños... cosas educativas. Total, que resulta que el crío está obsesionado con que el señor Satán existe y, cuando parece encontrarlo, se une a él para ser su ayudante. WoW. Cágate lorito.

Todo está tan, tan mal hecho que dan ganas de lanzarse de cabeza a una piscina llena de pirañas. La caracterización de los personajes, intentando dar a entender que los que juegan videojuegos son insensibles e inhumanos, la imperiosa necesidad de Katheryn Winnick por mostrarnos su canalillo durante 90 minutos (gracias), lo absurdo y lógico que resulta cada giro, el arrebato final de los protagonistas, la resolución del argumento...

El niño da asquete, como casi todos los niños actores, y los demás personajes no le van a la zaga. Los efectos especiales son de broma y técnicamente es patética, se nota que no tenían ni un duro de presupuesto. Es una de esas pelis tan, tan malas, que durante tres escenas son entrañables. Y es tan, tan vomitiva, que voy a dejar de hablar de ella antes de atragantarme con mi bilis. Resumiendo: ni a tu peor enemigo.