Existen múltiples contradicciones "The Matrix Resurrections", porque sin dejar de ser un blockbuster es una película de autor. Porque es cine de acción espectacular pero su fondo va sobre el corazón y explorar una relación que conocimos hace más de veinte años. En sus imágenes se filtra y se citan las de la trilogía original, añadiendo pies de página y nuevo texto en los márgenes del folio. Neo, Trinity, Smith... fantasmas pululando en pantalla en un mundo entre lo virtual y lo real, entre el código fuente y el camino de baldosas amarillas que llevó a Dorothy al mundo de Oz. Se entra a la sala siguiendo al conejo blanco y salimos sin saber si hemos topado con Alicia o la Reina de Corazones. La única certeza es que no hay certezas; la única cosa en la que todos coincidiremos es en que Lana Wachowski ha hecho lo que ha querido, sin cortarse. Como siempre por otra parte, pero ahora sin delegar responsabilidades en su hermana Lilly y jugándoselo todo a una sola carta. Habrá a quien esto le parezca un desastre, y no le faltará razón, pero qué hermoso es contemplarlo. Y qué difícil parece en tiempos de fanservice y conformismo.

Ante la imposibilidad de continuar una trilogía que muchos coincidirán en pensar que ya no hacía falta (Matrix es una obra maestra por sí misma, sin necesidad de sus ruidosos anexos), tenemos una "Matrix 4" que coge las ideas de la original y juega con ellas, se ríe y las trivializa, las maneja con hilos y cambia su contexto para adaptarlo tal cual sin molestarse en explicar más de lo necesario y es ahí donde reside su valor: en su libertad. Lana podría habernos hecho elegir entre la pastilla roja o la pastilla azul, pero ya hemos tomado esa decisión. Una, dos, tres y ahora cuatro veces. Pero la trampa es que en realidad el punto de vista es el suyo. Lo que hay en pantalla no es lo que queríamos, es lo que quiere comunicar ella, sin filtros, sin cortes, en bruto. Del cine de acción de Hong Kong al Vértigo de Hitchcock, la ensalada de referencias del film se resume en que hay mucho cine en los 140 minutos de The Matrix Resurrections pero sobre todo hay un desafío a las reglas y al sistema de blockbuster actual y el público que lo consume. Es desafiante, valiosa y sí, en su justa medida un desastre. Pero uno que da gusto contemplar. Podría extenderme muchísimo (hablar sobre sus escenas de acción, los efectos visuales, la puesta en escena, etc) pero en síntesis: creo que me ha gustado, y que no lo tenga tan claro eso es bueno porque significa que no es una obra de usar y tirar, sino de las que te da algo en lo que pensar. Y todo esto sin dejar de ser uno de esos ruidosos blockbusters de multisala... hecho eso sí, desde el corazón, por una autora que hace ya muchísimo tiempo que perdió -si es que alguna vez lo tuvo- el miedo al ridículo.