Aunque cada vez con menos frecuencia, el cine coreano sigue dejándonos año tras año algunas películas que merecen ser vistas y recomendadas, bien sea por su incuestionable calidad o por los sentimientos que son capaces de arrancar del espectador. "El hombre que fue Superman" esconde, bajo este a priori absurdo título, una preciosa y agradable reflexión sobre los problemas que afrontamos y la forma en la que, muchas veces, tratamos de esquivarlos aislándonos en nuestro microcosmos particular. Siguiendo la historia de un hombre que -como indica el título-, se cree el mismísimo Kar-El, nos adentramos en la psicología de personaje trastornado por un hecho del pasado y que poco a poco vamos descubriendo más y más detalles.

Como espectadores somos partícipes en primera persona de este cambio, uno que también experimenta la periodista encargada de hacerle un reportaje y que, en este caso, viene a ser la representación del espectador dentro de la historia. Lo que al principio es divertidísimo (atentos al brutal gag de Batman y Robin) poco a poco cambia a un dramón, dando un giro radical al tono del film, consiguiendo emocionar por momentos, aunque quedándose un poco a medias en algunas de las situaciones que plantea. Su portentosa banda sonora hace el resto, bañando cada imagen con unos acordes sencillos pero muy emotivos. Sin ser una Obra Maestra, sin duda merece la pena: de lo mejorcito del cine asiático que nos dejó 2008.