Curiosa propuesta hongkonesa que huye de los tópicos del género, por suerte. Es decir… no es la enésima historia de infiltrados. En esta ocasión se nos reconduce al lado más salvaje del ser humano, a la bestia que llevamos dentro, representada por un personaje que desde pequeño sólo ha vivido con la violencia. En el otro lado, tenemos a un grupo de policías que intentará pararles los pies

Evidentemente las cosas irán complicándose, se empezarán a establecer lazos, relaciones, se abren subtramas para profundizar un poco en las personalidades y llegamos a un final… algo decepcionante. Pese a todo el viaje ha merecido la pena, ya que la historia no está nada mal y además se ve acompañada por una labor de dirección más que solvente, una fotografía muy chula y lo mejor de todo: un reparto en estado de gracia.

Edison Chen está sublime como un camboyano salvaje que se mueve por los instintos y al mismo nivel tenemos a Sam Lee, actor al que no me suena haberle visto nunca pero que sin duda (salvo en el tramo final) consigue un papel muy solvente. La galería de secundarios es fantástica, especialmente la chica pobre y el gran (ligeramente) Lam el Gordo, colaborador habitual de Johnnie To en papeles bastante frikis.

En resumen: buena historia, interpretaciones más que dignas, fotografía cuidada, dirección bien llevada a cabo y poco menos de dos horas de cine entretenido y bien pensado, sin momentos gratuitos. El final chirría bastante, pero no lo suficiente como para empañar todo lo previamente mostrado. Sin ser lo mejor de la historia, merece la pena.