Angelina Maccarone es una directora curiosa, de eso no cabe duda. En un pulco blanco y negro, nos cuenta la historia de un chaval que sale del correccional de menores para ir a parar a un piso de la condicional. Pero su agente, una rubia madurita pero que aún parece tener un poco de gracia en el cuerpo, necesita un poco de caña y es él quien decide que ha de dársela. Película rara de cojones, tanto o más que girar la cabeza y ver un mono con una ballesta apuntándote, que sigue poco a poco la atípica relación entre los dos personajes hasta llegar a límites de sadomasoquismo un poco extremos. La película tiene momentos lamentables, pero tan absurdos que le dan una vena cómica al film que, bien pensado, tampoco es que moleste. Gustará a unos y será odiada por aún más gente. Y con razón. Pese a todo es innegable que la directora tiene talento, que sabe rodar, y que tanto la fotografía como los actores están bien llevados, logrando planos muy cuidados pese a que el guión no siempre acompañe. Merece la pena, siempre y cuando asumas que puedes encontrarte en cualquiera de los dos grupos.