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España España · Madrid
Voto de paki:
10
Drama Inspirándose en su infancia, la cineasta franco-coreana Ounie Lecomte narra la historia de una niña abandonada por su padre en un orfanato. Jinhee es una niña de nueve años que convive con su progenitor hasta que éste la abandona sin despedirse de ella en un orfanato de Seúl regentado por monjas. La niña ve pasar los días con la esperanza de que su padre vuelva a recogerla y, mientras tanto, crea una nueva familia con sus nuevas amigas ... [+]
1 de mayo de 2013
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que no me di cuenta de lo que era ser madre, hasta que mi hijo tenía ya cinco meses. Le tuve que llevar una noche helada y negra de febrero a urgencias de un hospital por una faringitis. Le tumbaron en una cama, con una lámpara encima, más grande que él, de una luz blanca muy molesta, medio desnudillo, muerto de sueño, dolorido y muy asustado… hasta que entre todas las cabezas de enfermeras y médicos se encontró con mi cara. Y ahí se quedó. Mirándome fijo, como si le fuera la vida en ello. Como si verme fuera suficiente para tranquilizarle y saber que nada malo podía pasarle allí, a pesar de ser un sitio hostil y desconocido. Me dejaron cogerle de la mano y se agarró a la mía con una fuerza enorme de enano decidido a quererme por encima de todo. Ahí me di cuenta, con ternura, pero con mucha responsabilidad y miedo que ese ser humano confiaba ciega y absolutamente en mí, sin ninguna duda, para sobrevivir.

Se sentía a salvo conmigo. Y seguro. Yo tenía el poder y la magia para solucionarlo todo… Es una experiencia fantástica, pero pavorosa por lo que supone. Por eso la traición de esa confianza resulta tan terrible y desconcertante para los adultos. Y para los niños es demoledora, aunque dicen que, igual que tienen huesos de goma, bacterias protectoras y ángeles de la guarda propicios, también poseen el don del perdón y el olvido, sin rencor, del daño que reciben… No cabe duda que están mucho más evolucionados que los hombres y mujeres que serán en el futuro, y algún instinto de supervivencia se dispara para superar el desconcierto y el miedo de que quién tiene que cuidarte y protegerte, no lo haga. O que la persona encargada de darte todas las “ces” imprescindibles: casa, comida, cariño, cuidado, calor… no lo haga. Que la persona en quién depositan su tranquilidad y certidumbre, no lo haga… o que incumplan sus promesas o que mientan…

Jinhee es una preciosa niña a la que pasan todas esas cosas terribles. Su padre, al que adora, le lleva con la excusa de un viaje, a un orfanato donde la deja para que la adopte otra familia. Así de increíble. Jinhee no puede asimilar eso. Ni aceptarlo. Ella no es una huérfana, ni quiere otra familia que su padre. Es algo tan desconcertante que piensa que en cualquier momento volverá a recogerla. Por eso se resiste a integrarse en ese grupo de niñas abandonadas, como si así consiguiera mantenerse en la idea de ser una niña con todas las “ces” imprescindibles e intactas: casa, comida, cariño, cuidado, calor…, que solo está allí de paso.

Pero son los días los que pasan y ella va viviendo todas las fases de incredulidad, rebeldía, odio, tristeza, culpa, desamparo… todo menos la aceptación. Está agarrada al recuerdo de su padre, colgada de su última mirada, como mi niño en aquel hospital frío y hostil, sin buscar, ni esperar, nada más que a la persona protectora que la quería y la cuidaba.

Lo cierto es que el orfanato no es un lugar hostil, ni frío. Es un universo de mujeres compasivas, monjitas dulces, madres sin hijos encariñadas con los de otros, niñas grandes soñando con volver a ser pequeñas y queridas, y un director comprensivo y positivo. Son personas capaces de comprender, ayudar, calmar heridas a niñas tristes y encontrarles una oportunidad de tener una vida nueva… Pero Jinhee no encuentra su lugar, aunque sí a una amiga que la persigue y la saca de sus rincones de aislamiento para compartir con ella sus esperanzas de tener una familia. Lo terrible es que tampoco puede agarrarse a la amistad, porque también ella desaparece un día…

Jinhee no puede más. Cuando se convence que su padre ha desaparecido sin rastro, ella también quiere desaparecer, perderse en la nada, morirse como aquel pajarito muerto… Ah! Pero los niños son especiales. Fuertes y valientes, mucho más evolucionados que los hombres y mujeres que serán en el futuro. Y, desde allí abajo, un día superan el miedo, y llega el olvido y el perdón, y mantienen sus recuerdos dulces, pero también la mirada curiosa y la mano firme y decidida, dispuesta a agarrarse donde quiera que esté una vida nueva. Maravillosos niños, que está película ha recreado con una belleza y una ternura exquisitas… Un diez.
paki
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