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España España · Madrid
Voto de paki:
8
Ciencia ficción Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros. En un futuro opresivo Guy Montag, un disciplinado bombero encargado de quemar los libros prohibidos por el gobierno, conoce a una revolucionaria maestra que se atreve a leer. Poco a poco Guy comenzará a tener dudas sobre su libertad intelectual, y sobre el precio que esta libertad tendría sobre su seguridad personal. (FILMAFFINITY)
18 de julio de 2011
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película rara. Para empezar, está realizada en los 60, tiene estética setentera, pretende ser del futuro, y, en muchísimas ocasiones, te parece que estás contemplando en ella el presente más rabioso.

Está basada en una novela de Ray Bradbury, buen escritor, pero hombre de tantísima imaginación como pesimismo. Según él, el mundo del futuro es espantoso de todo punto, aunque al principio no lo parezca. A ver: el medio ambiente parece que se mantiene, no se percibe que haya escasez de aire, luz y agua. Y la gente parece próspera, y tienen unas casas coquetuelas, con unas televisiones acojonantes. Pantalla gigante. A todo lo largo y ancho del salón de estar. Para que las mires y para que te vean, porque son interactivas. Y te hacen feliz, porque siempre habrá un programa, un concurso o una serie donde aparece gente como tú, con tus mismos problemas para que no te sientas solo, y personas que saben cómo solucionarlos, auténticos guías espirituales, para que no te desorientes con tus pensamientos, sentimientos o emociones. De hecho, si no tienes nada de eso, mucho mejor.

Pensar o sentir puede ser desagradable y puede llevarte a sufrir. Y ¿qué necesidad?, cuando puedes dejarte llevar y poner la tele para que te marquen las consignas del día y, como quién dice, un día tras otro, hasta ordenarte la vida entera. La verdad es que suena cómodo, pero tan aburrido y alienante que no puedes imaginarte qué es lo que han dejado para las prisiones. De hecho, ese mundo confortable, sin sobresaltos, dudas ni problemas es tan angustioso y horrible que la gente vive "empastillada" para poder digerirlo. De la tele a la cama y del trabajo a casa, y a la tele... y vuelta a empezar. Claro, no te extraña que haya patrullas de ambulancias a todas horas, curando estómagos agradecidos y corazones suicidas.

Lo de la despersonalización, el borreguismo y la adicción audiovisual es tan fuerte que casi se te olvida lo de los libros. Esos bomberos especializados en quemar. Libros. Los camiones de bomberos, como dragones, con sus lanzallamas buscando bibliotecas. Y hombres con libros y libres de soñar, sufrir, disfrutar, pensar y rebelarse. Hombres diferentes unos a otros, que no obedecen las consignas de la televisión, porque la madrugada les encuentra leyendo. Hombres peligrosos e imprevisibles. Montag, el bombero módelico, lo sabe, porque un día coge un libro y luego, otro y otro, y ya no puede dejar de leer ni de robar libros.

Y él cambia, y su vida también. Ya no es igual a nadie, ni obedece sin pensar, ni va por donde todos van, ni puede dejar de pensar ni cuestionárselo todo. Está contaminado. Y su vida fuera de la colmena dejará de ser cómoda y respetable para convertirse en un individuo peligroso y perseguido por los policías abejorros, los bomberos pirómanos o los enfermeros camellos.

Ahora, no todo son malas noticias...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
paki
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