Luc Besson mezcla perfectamente las dosis de acción y thriller necesarios para mantener al espectador enganchado, presentando a una joven Anne Parillaud como protagonista, que combinaba inocencia con locura, además de lo bella que era, con un rostro característico de la mujer francesa, con aquel cabello negro, ojos celestes y piel blanca.

El comienzo de la película es tremendo, es uno de los mejores que he visto en mi puta vida, mostrándonos a los miembros de la pandilla de Nikita antes del asesinato a los policías, caminando de espalda, muy rudos y con vestimenta punk, destilando elegancia, rebeldía y anarquía. Logrando una fotografía de lujo.

Es cierto que la acción se fue a otro nivel cuando apareció Jean Reno con su inolvidable personaje del limpiador, ahora con nombre Víctor en vez de León. Aunque su aparición fue corta, fue el compañero perfecto para la bella asesina, porque sin su ayuda ella hubiera fallado en la misión. Sin dudas, fue una excelente idea del director.

Lo más destacable de la película es que nunca tratan de hacer ridículo el argumento y nos sorprende con un final crudo pero necesario. En verdad no había sentido seguir con aquella vida de mierda, si de todas maneras ibas a seguir siendo un esclavo del gobierno, no tenía escapatoria, no tenía futuro, no había lugar para finales felices.

Una joven llamada Nikita es la única sobreviviente de una pandilla que fue asesinada en un asalto a una farmacia. Ella es sentenciada a cadena perpetua por la muerte de tres policías. El gobierno le da una segunda oportunidad, elegir unirse a ellos como agente secreto y para eso iba a entrenarse con ellos en todo sentido y si no hacía eso, la muerte era la otra alternativa.