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Voto de Tokio ya no nos quiere:
9
Thriller. Drama Una joven llamada Yuki Kashima, nació en la cárcel en una fría noche como instrumento de una venganza, ya que su padre, fue brutalmente asesinado al ser confundido con un asesino del gobierno Meiji, suerte que también compartió su pequeño hermano. Su madre logró vengarse de uno de los asesinos, pero por ese asesinato fue condenada a cadena perpetua y para continuar su venganza, se dedicó a acostarse con todos los presos y carceleros que ... [+]
11 de noviembre de 2008
34 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si alguien me preguntara lo que he sentido viendo Lady Snowblood le diría algo así:
He visto una fábula llena de violencia desatada, hiperbólica y explícita, mostrada sin concesiones ni consideraciones éticas ni morales. Una historia que encuentra en la venganza su motor principal y su razón de ser.
He amado a una asesina, nacida desde el fuego y para el fuego a la sombra de una cárcel durante una noche de invierno, mientras afuera nevaba y el ansia fervorosa de venganza se encarnaba en una mujer. He amado a un ángel vacío de vida y de piedad, lleno de muerte y de silencio, hermoso como un abismo, terrible como una tempestad.
Mis ojos han leido un poema áspero y crudo , salvaje y bellísimo, cuyos versos se suceden unos a otros mediante coreografías mínimas en su planteamiento y duración pero cuyo poderio visual es impactante e imperecedero. He sentido la poética del acero, el lirismo de la sangre bailando sobre la nieve al anochecer.
Que Tarantino encontrara en Lady Snowblood su principal fuente de inspiración para concebir Kill Bill no es de extrañar y aún menos que la homenajeara como debe hacerse: desde el amor, la admiración y un profundo respeto.
Si alguien me preguntara le diría que eso es lo que he sentido: admiración, respeto, y amor, mucho amor, amor incondicional por esta obra maestra.

Yuki cantaba así:
“Llevo el peso de la Via Lactea sobre mis espaldas...
Soy una mujer que camina entre la vida y la muerte...
Mis lágrimas se secaron hace ya muchas lunas.”
Tokio ya no nos quiere
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