La erupción en Islandia de un volcán llamado Eyjafjallajökull en 2010, provocó una nube gigantesca de ceniza que paralizó el tráfico aéreo en gran parte de Europa. Más de 100.000 vuelos tuvieron que ser cancelados, más de 1 millón de pasajeros se quedaron en tierra, y se perdieron millones de euros.

De aquello hace ya 4 años. Parecía que sus catastróficas consecuencias ya eran cosa del pasado. Sin embargo, ahora nos llega Eyjafjallajökull (o simplemente El volcán), una comedia francesa efectista y simplona que toma aquel suceso como herramienta comercial.

La erupción del volcán, impide a los protagonistas coger el vuelo que los iba a llevar hasta Grecia, lugar donde tendrá lugar la boda de su hija. Los padres, divorciados años atrás, deberán superar su odio mutuo y colaborar para llegar a la ceremonia.

El rencor y la necesidad de colaboración, ya había sido explorado en clave humorística por Alex de la Iglesia en Muertos de risa, una película que en ciertos tramos recuerda mucho a esta. Si bien, Eyjafjallajökull es mucho más blanda e impersonal.

En este sentido, también encontramos similitudes con La guerra de los Rose, La poison, y su remake de 2001: Crimen en el paraíso.
Su viaje a contrarreloj recuerda a El mundo esta loco loco, y su plantemiento a Dos en la carretera.

Poco aporta Eyjafjallajökull a todas estas películas, aunque tampoco parece tener la intención de hacerlo. Su objetivo, de forma descarada, es la taquilla. En Francia ha conseguido ser el nº 1 en recaudación, aunque tengo ciertas dudas de su funcionamiento fuera, ya que la película intenta contentar a demasiado público, lo cual la hace previsible, le resta mala leche, y finalmente, diversión.

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