Nos encontramos ante una película que ha envejecido de manera cruel y despiadada, teniendo una idea de espías españoles-comunistas en suelo francés, en un plan contra Franco que se diluye como un azucarillo. Las imágenes de la frontera iniciales, frente al Bidasoa entre Irún y Hendaya, hacen presagiar algo que nunca llega a ocurrir.

Unos comunistas exiliados que se creían superiores a los españolitos que se habían quedado en suelo hispano y a los que no veían mayores de edad para vivir su propia vida y ser merecedores de una transición que al fin vino y bien. España es un país que lleva en guerra desde prácticamente siempre, pues esos jóvenes terroristas que se ven son el germen de lo que luego fue el FRAP o ETA, poniendo bombas queriendo lograr lo que no podían por otros medios. Buscando una guerra de la que de momento nos hemos librado.

Lo mejor de la película es la forma en la que nos muestra cómo pasaban, oculto en los coches, periódicos y documentos que necesitaba la resistencia en Madrid. Los desnudos en el año 66 eran de los primeros de la época, y llamaría la atención de los que vieron la película por motivaciones políticas, esquivando a la censura española.