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Voto de Orlando Tirapu:
9
Drama Un director portugués contrata a un actor francés para una coproducción franco-portuguesa. El padre del actor, de origen portugués, murió pronto, de modo que el actor fue educado por su madre, que era francesa. Sin embargo, durante el rodaje, el actor empieza a recordar a su padre. Testamento cinematográfico de Marcello Mastroianni. Elegida por la revista Time como una de las mejores películas de 1998. (FILMAFFINITY)
17 de junio de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pretencioso largometraje del nonagenario director portugués, en el cual, se realiza un profundo estudio en base al tiempo, sus perspectivas imaginarias y la reconstrucción textual de un pasado pantanoso.
La película, es una librada batalla entre texto e imagen, en aras de prevalecer, sobre una trama de ires y venires. De Oliveira, encuentra en su propia historia la facilidad retórica para analizar un pasado anecdotario en la pendiente de su vida y su carrera.
La simpleza de la historia y los textos cuidadosamente trabajados, colaboran ampliamente en la reconstrucción de un pasado que no vemos pero sí entendemos. No olvidemos: los patrones del paso del tiempo, las recurrentes analogías y la galantería de “frases de mármol”, aspectos que ayudan también a achicar el margen entre ayer y hoy.
Bellísimos escenarios peninsulares, por momentos, se presentan espolvoreados por tormentosos acordes de piano y violín a favor de dar antesala imprecisa a los sucesos nostalgiados. De una forma u otra, De Oliveira, intenta recordarnos que los momentos atravesados por la flecha silenciosa del tiempo, atrás quedaron. Ni siquiera la suntuosidad de la palabra puede recrear momentos de substancial impacto de los días que dejamos.
Aun así, el fervor del lenguaje permite reimaginar y redescubrir situaciones pasadas, en el presente, pero desde su escencia y no, desde la corteza.
“Viaje al Principio del Mundo”, es el manifiesto de que tiempo y distancia están por encima de todas las cosas, incluso de las fronteras de la lengua, y la palabra es el vehiculo para lograrlo.
En cierta forma, los espacios aquí representados permanecerán casi auténticos a través del paso del tiempo. Lo que cambian, son las cáscaras, los envases, nosotros mismos.
De Oliveira, una vez más, nos traslada a un planeta en el que la sensación de tiempo pierde sentido en su concepción humana.
Nota: Más allá de toda pincelada de corte historicista, De Oliveira se permite reflejar la idea de atesorar los momentos perdidos y aprovechar los vividos. Tarea fácil resultare al utilizar a un enternecedor Mastroianni, también en el ocaso de su carrera.
Orlando Tirapu
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