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España España · Donostia/San Sebastian
Voto de DenisItxaso:
8
Drama En un campo de refugiados palestino de Cisjordania, Chloé, una joven canadiense, cuida a mujeres embarazadas. Su relación con personas que se hallan a ambos lados de los muros y puntos de control del campo, hará cambiar sus creencias y convicciones. (FILMAFFINITY)
24 de marzo de 2014
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Inch allah es un filme de factura canadiense que describe con crudeza el permanente bucle del odio al que está sometida la relación entre palestinos e israelíes. La historia, basada en un guión de la propia directora, Anaïs Barbeau-Lavalette, exhibe un marcado sello femenino al relatar desde la óptica de las mujeres la agobiante dinámica de retroalimentación del fanatismo que se vive en los territorios palestinos.

En un pequeño asentamiento en la franja de Cisjordania sobreviven confinados miles de árabes bajo un estricto y humillante régimen de embargo y vigilancia. Chloé es una joven canadiense que ejerce de tocóloga en un atestado centro de salud para mujeres auspiciado por las Naciones Unidas. Viaja a diario desde Tel-Aviv, pasando la frontera que marca el umbral entre la seguridad occidental y la miseria y desesperanza que sirven de caldo de cultivo del resentimiento entre el mundo árabe. La precariedad de medios y el contacto humano con los palestinos le hacen tomar conciencia del papel que juega Israel, al tiempo que agudiza algunas contradicciones que aflorarán en forma de recelo con su gran amiga judía.

No hay lugar para lo fronterizo, encarnado por la protagonista que interpreta Evelyne Brochu. Descubre el dolor ajeno y quiere ayudar, pero la libertad desde la que actúa puede llegar a herir sentimientos y generar desconfianza en quienes ya sólo quieren adhesiones inquebrantables. O estas conmigo o estas contra mí.

Esta película ayuda a comprender lo que Amos Oz (Jerusalem, 1939) escribió hace tiempo en “Contra el Fanatismo” (Siruela, 2003): que es más difícil matar a tu enemigo si has llegado a conocerlo. La fuerza empática de quien es capaz de ponerse en la piel del otro porque conoce su sufrimiento, ejerce de puente, de pegamento. Inch allah pone en valor a esas personas fronterizas, mestizas y compuestas, que, hacen buena esta otra afirmación de Oz: «Ya no hay que elegir entre estar a favor de Israel o de Palestina, hay que estar a favor de la paz».

Pocas historias describen mejor ese bucle incesante en el que el ojo por ojo termina por dejar ciegos a todos.
DenisItxaso
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