Muy buena comedia la desplegada en esta pequeña historia que habla sobre una familia, padre e hijo, que una mañana se encuentran con que la matriarca los ha abandonado, se le han hinchado los ovarios harta ya de ser siempre la chacha de la casa y se ha largado. Los dos elementos, desconcertados y sin los conocimientos básicos ni de tan siquiera para hacerse un maldito huevo frito y viviendo entre el desorden y la mierda, tienen la desesperada ocurrencia de volver a traer al hogar a la suegra y abuela que lleva olvidada en una residencia de ancianos una eternidad. Ya con la abuela cambia la cosa, les cocina estupendamente, les limpia y pone orden en sus desastrosas vidas domesticas y a cambio ella huye de la soledad de la residencia.

No suena a priori demasiado cómico, pero es un crudo reflejo en plan humor de una realidad española y ahí esta el secreto, con cosas cotidianas con las que casi todos nos sentimos identificados o conocemos de buena mano hacer una parodia. Esa pareja de padre (Ramón Barea, genial actor) e hijo (Alejandro Tejeria) que ven como se les viene el mundo encima al haber estado toda su vida sin dar un palo al agua y son incapaces de realizar las labores mas básicas, realismo puro y duro. Y esa mujer mayor que se siente sola y necesita buscar un sentido a la vida, necesita que la necesiten.

Y de eso habla la película, una realidad, varones que han tenido una educación machista y mujeres con una educación de servidumbre.También habla muy acertadamente sobre la soledad, para mucha gente una de las peores desgracias. Y con estos temas tan penosos, el director Borja Cobeaga crea una comedia que refleja una realidad con un trasfondo dramático.