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Voto de SBarrettt:
10
8,2
30.912
Drama
Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
15 de mayo de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me estremece esta genial obra de arte.
La perturbadora sensación de que el tiempo gira en redondo, de la que hablaba Úrsula con la sabiduría que otorga una vida longeva y abnegada, es para mi ya una conclusión exacta que define un carácter, el del perdedor, atrapado en ese bucle temporal cuya fuerza centrífuga no consigue eludir.
Cada cierto tiempo, unos años, no muchos, tal vez cuatro, cinco, tres, me dejo engullir por la oscuridad mágica del salón de la casa de mi madre, donde me crié, y espero a que la certeza del fin de uno de esos viajes temporales en espiral se apodere de mi. Para recrear esa sensación, para que su afrodisíaco veneno tome forma y me recorra la consciencia, sigo un ritual. A veces comienzo la liturgia sin saber de ella y es el frenazo-y-choque-temporal el que me hace comprender.
Ha de haber caído ya la media noche, ha de ser una noche de luna llena, ha de ser una noche lluviosa, oscura y callada; un buen escocés, con hielo; El buscavidas, para tomar contacto al mismo tiempo que me abyecto, es el guasano, la puerta, el stargate; y tal vez Cayo Largo para hacer del viaje una aventura con fin redentor. Luego me siento a escribir, oigo algo de los primeros LPs de Nacha Pop, y espero que el eclipse me ciegue en un sueño olvidadizo, a menudo entre lágrimas, ahogándome con el mismo fruto que he repartido y ha vuelto casa, transformándose en la tristeza del perdedor.
Y ya no te veo igual amor, ya no sé si eres tú, si queda algo de ti después de mi, no sé si soy un reptil o un murciélago, me queda tu poso como un océano de arena, sin horizonte, sin palabras, sólo mis espinas. Y espero que amanezca de nuevo. Y despertar en otra piel. Y no tener tu recuerdo. Y entonces viene Silvio:
La perturbadora sensación de que el tiempo gira en redondo, de la que hablaba Úrsula con la sabiduría que otorga una vida longeva y abnegada, es para mi ya una conclusión exacta que define un carácter, el del perdedor, atrapado en ese bucle temporal cuya fuerza centrífuga no consigue eludir.
Cada cierto tiempo, unos años, no muchos, tal vez cuatro, cinco, tres, me dejo engullir por la oscuridad mágica del salón de la casa de mi madre, donde me crié, y espero a que la certeza del fin de uno de esos viajes temporales en espiral se apodere de mi. Para recrear esa sensación, para que su afrodisíaco veneno tome forma y me recorra la consciencia, sigo un ritual. A veces comienzo la liturgia sin saber de ella y es el frenazo-y-choque-temporal el que me hace comprender.
Ha de haber caído ya la media noche, ha de ser una noche de luna llena, ha de ser una noche lluviosa, oscura y callada; un buen escocés, con hielo; El buscavidas, para tomar contacto al mismo tiempo que me abyecto, es el guasano, la puerta, el stargate; y tal vez Cayo Largo para hacer del viaje una aventura con fin redentor. Luego me siento a escribir, oigo algo de los primeros LPs de Nacha Pop, y espero que el eclipse me ciegue en un sueño olvidadizo, a menudo entre lágrimas, ahogándome con el mismo fruto que he repartido y ha vuelto casa, transformándose en la tristeza del perdedor.
Y ya no te veo igual amor, ya no sé si eres tú, si queda algo de ti después de mi, no sé si soy un reptil o un murciélago, me queda tu poso como un océano de arena, sin horizonte, sin palabras, sólo mis espinas. Y espero que amanezca de nuevo. Y despertar en otra piel. Y no tener tu recuerdo. Y entonces viene Silvio:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ojala que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal
ojala que la lluvia deje de ser el milagro que baja por tu cuerpo
ojala que el deseo se vaya tras de ti
ojala que la tierra no te bese los pasos
ojala se te acabe la mirada constante
la palara precisa, la sonrisa perfecta
ojala pase algo que te borre de pronto
una luz cegadora, un disparo de nieve
ojala por lo menos que me lleve la muerte
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones
ojala que no pueda tocarte ni en canciones
Ojala que la aurora no de gritos que caigan en mi espalda
ojala que tu nombre se le olvide esta voz
ojala las paredes no retengan tu ruido de camino cansado
ojala que la luna pueda salir sin ti
a tu viejo gobierno de difuntos y flores
Ahora ya no te encuentro, pero sé que estás ahí fuera, tal vez con otra cara, en otro cuerpo. Te siento respirar como el vampiro huele la sangre.
A ti seguro que vuelvo a verte, Antonio Vega que estás en los cielos.
para que no las puedas convertir en cristal
ojala que la lluvia deje de ser el milagro que baja por tu cuerpo
ojala que el deseo se vaya tras de ti
ojala que la tierra no te bese los pasos
ojala se te acabe la mirada constante
la palara precisa, la sonrisa perfecta
ojala pase algo que te borre de pronto
una luz cegadora, un disparo de nieve
ojala por lo menos que me lleve la muerte
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones
ojala que no pueda tocarte ni en canciones
Ojala que la aurora no de gritos que caigan en mi espalda
ojala que tu nombre se le olvide esta voz
ojala las paredes no retengan tu ruido de camino cansado
ojala que la luna pueda salir sin ti
a tu viejo gobierno de difuntos y flores
Ahora ya no te encuentro, pero sé que estás ahí fuera, tal vez con otra cara, en otro cuerpo. Te siento respirar como el vampiro huele la sangre.
A ti seguro que vuelvo a verte, Antonio Vega que estás en los cielos.