Decía Rousseau que la creencia en la propiedad privada es el origen de todos los males. Como un buen defensor de la profunda y natural bondad humana, no puedo ver sino mi reflejo desposeído de lo superfluo con la primer mirada de Kisilu. La naturalidad con la que emerge el camino correcto cuando no hay nada que perder.
No puedo sino llorar ante la sabiduría que desprende este hombre sin citar autores, pero hablando desde el corazón.
Los títeres de la Cop, la de París, la de Madrid, y las que vendrán en Venecia y Amsterdam sub-acuáticas, no son más que personas muy ciegas con la falsa creencia de que hay mucho que perder. O lo que es peor; la posibilidad de dejar de ganar. Arrogantes con miedo, acomodados en su pasividad que producirán guerras en breve. Ya no hay escusas de desinformación, en el mundo donde tienes la biblioteca de Alejandría en el bolsillo. Y una persona de 23 años crea este documental con una cámara doméstica.
Vivimos en el mundo de la evidencia científica, de la democratización de la educación. Todos y todas tenemos una posibilidad histórica de alcanzar la felicidad, la libertad y el derecho.
Pero me vuelvo la última mirada de Kisilu al ver que nuestros representantes son un reflejo de la sociedad, la cual seguirá prefiriendo evadirse a construirse, y nos mereceremos este desastre mientras las salas de todo el mundo las llene Thor, y este documental no llegue en esta web a las 80 calificaciones.