Después del rotundo éxito de "Parasite" de Joon Bong Ho en 2019, era de esperar que una serie Surcoreana fuera el nuevo trending-topic (aunque bastante ha tardado, la verdad) de la plataforma de series de consumo-rápido que tanto gusta a la gente, o sea el McDonalds este del mundo audiovisual; el susodicho Netflix. Ingenuo de mi, al esperar que, por ser una serie hecha en Corea del Sur fuera a encontrarme con algo diferente a lo que, ya tantas veces, nos la han metido por los ojos en dicha plataforma; series cuasi-genéricas, con muchos adornos, colorines por todos lados, tramas/guiones reciclados una y otra vez;

La idea, el de siempre, un Battle Royale.

¿Moraleja? (Si es que la hay realmente), pues lo que siempre nos han dicho, que el dinero es malo y hace de la gente lo peor que pueden llegar a ser.

Sutilezas en la forma de abordar la crítica o al analizar lo que se quiere reivindicar en la obra.. (algo que para mí es muy importante a la hora de realizar una crítica sobre un tema en concreto), pues muy pocas. Además que te restriegan las obviedades con demasiado esmero, da la sensación de que en este tipo de producciones nos toman a nosotros, los espectadores, por tontos (o casi).

Las actuaciones es lo único "exótico" que le veo a la serie, y por lo obvio, la cara de coreanos que tienen los actores, sus expresiones, etc. Seamos sinceros, si no llega a ser porque es una "producción" Surcoreana, esta serie la iba a ver el tato y su primo.

En definitiva;
Para pasar el rato, cumple su prometido, pero no deja de ser el típico "Big Mac" audiovisual que podrías consumir en cualquier McDonalds del mundo, con la única diferencia de que, el envoltorio está en Coreano, nada más.