Dicen que el mero visionado de esta cinta tiene el beneficio, implícito, de conceder toda una vida de experiencias al espectador.. ¡Y en tan solo 3 horas! ¿Qué más le puedes pedir a una película? Yo la verdad no necesito nada más.

Y es que son pocas las ocasiones en las que uno tiene la inmensa suerte de encontrar, y visionar, una película tan sencilla y a la vez tan profunda. De pasar 3 horas experimentando una vivencia ajena, tan inmersiva que por momentos crees que lo que ves en la pantalla es la verdadera naturaleza de la "realidad". Poca broma si afirmo, además, que esta película rezuma tanta vitalidad que por unos instantes uno piensa que realmente no es todo tan malo allá afuera (en la vida real).
Cintas como esta son la prueba de que, el cine, es uno de los pocos refugios en el que siempre podremos cobijarnos, sin miedo, sin preocupaciones, y recuperar un poco el aliento de vez en cuando.