Poco atractivo thriller, sobre una psicópata sexual, que basa su peso en la seductora naturaleza del personaje interpretado por Dina Meyer, único punto a considerar de esta mediocre realización.

El film recurre, como todos los productos televisivos de su especie, a la consabida repetición de lugares comunes, a personajes superfluos y a un argumento, sin sustancia ni estilo, contemplado ya en incontables ocasiones.
La superficialidad, la falta de sorpresa y la nula emoción moldean, pues, su huella indeleble. Y --cómo no-- las escenas en las que al fin se dilucida la resolución de la supuesta incertidumbre, resultan presumibles, absurdas e incluso --en un plano ya obligatorio por remarcado-- insensatas.

Para rematar definitivamente la película, el guion --un simple esbozo difuso-- conlleva un error narrativo mayúsculo, al hacer evaporarse la cicatriz de una grave y visible herida, infligida a un personaje, en cuestión de breves jornadas. Como si nada hubiese sucedido; como si todo careciese de importancia.