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España España · Madrid
Voto de Moody:
6
Drama. Comedia Brad, a pesar de tener una buena carrera profesional y una familia feliz, está obsesionado con el éxito y las fortunas que poseen sus antiguos compañeros de la escuela. Durante un viaje a la Costa Este en el que acompaña a su hijo, Brad se verá obligado a enfrentarse a su sentimiento de fracaso vital. (FILMAFFINITY)
29 de diciembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el fuerte de Stiller siempre ha sido la comedia, no es la primera vez que le vemos implicado en una película mucho más seria. Películas como “La vida secreta de Walter Mitty” o “Mientras seamos jóvenes” han demostrado que bien solamente como actor, bien también como director, el cuerpo le pide enfrentarse a guiones mucho más profundos, sin contar con el borrón en forma de encargo que supuso «Zoolander n°2”.

Probablemente el paso de los años le haga ver las cosas de otra manera, desde un punto de vista mucho más paternal y reposado, y así nos llega “Qué fue de Brad”, en la que encarna a un padre que acompaña a su hijo en su visita a las universidades. Este hombre de mediana edad le da la oportunidad de construir un personaje anclado en su supuesta mediocridad y también de explorar las oportunidades perdidas o la necesidad de comparar su vida y sus logros con los de sus antiguos compañeros de universidad, todos ellos tan exitosos en sus trabajos como él mismo anhela ser.

La película se centra casi exclusivamente en el protagonista, y lo hace a través del recurso de la voz en off del propio protagonista que ayuda a entender sentimientos y pensamientos que la interpretación introduce , y en una crisis existencial que significa el núcleo central de la película. Sin embargo también tiene tiempo para desarrollar la trama con ese hijo con el que sólo se entiende por momentos y el que se ve reflejado y a través del que casi se proyecta a sus años universitarios, algo normal al volver a un momento idealizado en su vida. A pesar de todo esto, la relación es solo la excusa para formular su idea inicial y no tiene excesivo peso en la trama.

White, en su segundo largo como director, apuesta por una historia compleja que coloca al protagonista en una encrucijada personal donde todo es blanco o negro independientemente del cristal a través del que lo mire. Solamente diferentes secuencias rodadas de manera pulcra aunque sin ningún tipo de riesgo, le mostrarán un camino sin extremos a base de grises en el que aprenderá a valorar lo que tiene y entenderá que en ocasiones la apariencia es sólo eso, pura fachada, y la envidia una debilidad que no permite disfrutar del presente.
Moody
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