Justin Kurzel me sorprendió visualmente el año pasado con Macbeth pero más allá de eso me resultó una película realmente tediosa en lo personal. Este año vuelve con el elenco de Macbeth incluyendo a su hermano en la banda sonora quien se desenvuelve y acompaña muy bien y esperaba algo realmente memorable en el mundo de las adaptaciones de videojuegos. No puedo valorar en ese aspecto debido a que no soy jugador habitual de videojuegos pero me llamaba la atención esta especie de Prince of Persia más adulto y con repartazo pero que finalmente se queda a medio gas. Kurzel es un director visual que juega muy bien con los tonos de color para identificar una época y un lugar pero no sabe aprovechar personajes en sus historias, al menos en esta donde el blockbuster entra bien, es entretenido pero se digiere muy rápido y el desarrollo de los personajes es tan pobre que hasta actores de la talla de Brendan Gleeson y Charlotte Rampling quedan en cameos desaprovechados. Es cierto que aparece Javier Gutiérrez del que agradezco que no se hayan doblado las voces españolas ya que la mitad de la peli está rodada en tal idioma, pero es inevitable por época y personaje no acordarse de Satur de Águila Roja y no es precisamente un cumplido. Fassbender como de costumbre está sublime en su rol interpretativo, el único que se salva en cuanto a desarrollo que tiene algo de bidimensionalidad cosa que los demás no tienen, aunque que menos siendo el protagonista, que no tuviera carisma. Las escenas de acción quitan el hipo, estamos viendo traceurs en el siglo XV y es digno de agradecer en paisaje español, aunque en el futuro poco se saque de Madrid. Una pena que la parte del pasado sea tan entretenida y estimulante además de emocionante, precisamente su punto álgido de la trama está ahí y no es al final por lo cual es un grave error que el punto clave no sea el clímax final donde la cinta a los 100 minutos acaba y te quedas con cara de insatisfacción, de haber visto más del pasado y explorar la historia de una forma más profunda y todo pasa muy deprisa, los malos pasan a ser buenos y viceversa de manera muy rápida con un mensaje muy atractivo eso sí, la arrogancia y el poder por encima de la sangre. Ni es tan mala como la pintan los críticos ni tan buena como la puedan pintar algunos fans diciendo que es la mejor peli de videojuegos jamás hecha cuando ahí le doy el permiso a Sillent Hill, Prince of Persia o la primera de Resident Evil bajo mi punto de vista. Se ve, se disfruta para un rato y se olvida. Una ligera decepción.