Una advertencia antes de todo: Los que tengáis ganas de ver este film y, sobretodo los de más tendencia a llorar, os llevéis unos pañuelos. Ya sabéis: el que avisa no es traidor. Venga va, y ahora me pongo con mi comentario.
No soy fan de los dramas, ni de los dramas románticos ni de nada que requiera llorar en una sala de cine, pero si veo una película que me tienta, ya sea por el argumento, por los actores, por lo que sea, me la apunto para verla en el cine, o sino, en casa en su momento.
Hace unos meses que pude ver el tráiler de la cinta que ahora nos ocupa y me tentó. La verdad sea dicha. Nos encontramos con un drama juvenil romántico con dos hermosos rostros protagonistas como son la actriz Bella Thorne (ya podría salir así de guapa en la vida real sin tanto piercing de por medio) y Patrick Schwarzenegger (el hijo del actor Arnold Schwarzenegger y Maria Shriver, y es que el chaval tiene buenas aptitudes para actuar). Los dos lo hacen muy bien, nada que objetar en términos negativos. Junto a ellos podemos vislumbrar, en la zona de los secundarios, a Quinn Shephard y Rob Riggle, entre otros.
Es un film bueno e interesante, que te llega a tocar la fibra sensible, que alcanza lo más hondo de tu corazón, y consigue hacerte llorar, lo quieras o no. Al menos, sacarte alguna lagrimita, por pequeña que sea. Todo ello, gracias, sobretodo, al buen hacer de los actores y a la utilización de la música, de la partitura compuesta por Nate Walcott, en su debido momento. El tramo final es de lo más duro. No sé, y no voy a comentar nada para no llegar a spoilerar al personal, pero me ha dejado bastante tocado. Mi nota final es de 7/10.