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9
7,3
3.791
23 de noviembre de 2007
65 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayor parte de las películas de Chabrol poseen la virtud de hacer preguntas incómodas sin proponer respuestas unilaterales. “La ceremonia” constituye una buena muestra de esta forma de hacer cine.
En ella, el aislamiento a que conduce la falta de oportunidades (una Sandrine Bonnaire condenada a la incomunicación por sus carencias educativas) se suma al resentimiento de clase (una Isabelle Huppert que encuentra en las diferencias sociales la justificación de su fracaso personal) y se arroja contra una familia acomodada cuyas buenas intenciones no la apartan de un cierto paternalismo. Chabrol consigue presentar el desenlace sin reservarse la última palabra ni mantener una equidistancia que sería injusta. La economía de medios empleados (un reducido número de personajes y de localizaciones, un rodaje sobrio incluso en los momentos climáticos) supone una lección más de dirección centrada en los contenidos y alejada de cualquier artificiosidad.
Mención especial merece todo el reparto. A la acostumbrada maestría interpretativa de la Huppert se suma una Sandrine Bonnaire más que convincente en un papel que se presta a excesos. Los secundarios, en perfecta sintonía.
En ella, el aislamiento a que conduce la falta de oportunidades (una Sandrine Bonnaire condenada a la incomunicación por sus carencias educativas) se suma al resentimiento de clase (una Isabelle Huppert que encuentra en las diferencias sociales la justificación de su fracaso personal) y se arroja contra una familia acomodada cuyas buenas intenciones no la apartan de un cierto paternalismo. Chabrol consigue presentar el desenlace sin reservarse la última palabra ni mantener una equidistancia que sería injusta. La economía de medios empleados (un reducido número de personajes y de localizaciones, un rodaje sobrio incluso en los momentos climáticos) supone una lección más de dirección centrada en los contenidos y alejada de cualquier artificiosidad.
Mención especial merece todo el reparto. A la acostumbrada maestría interpretativa de la Huppert se suma una Sandrine Bonnaire más que convincente en un papel que se presta a excesos. Los secundarios, en perfecta sintonía.